Por César Tellería Oliva. 11/09/2021
Hoy se cumplen 20 años de la destrucción de las Torres Gemelas del Centro Comercial Mundial de la ciudad de New York. Un hecho lamentable, repudiado por gran parte de la humanidad, y que afectó a propios y a extraños. Muchos de nosotros fuimos testigos de este holocausto que ocurrió ante nuestros ojos, algunos porque estaban presentes y otros que desde la distancia y desde todas partes del mundo pudimos presenciar el mismo gracias a la televisación en vivo. Aquí se perdió ceca de 3.000 vidas humanas y millones de dólares en bienes materiales.
Este hecho, como tantos otros similares, que ocurrieron en el tiempo en otras ciudades; sirvió para desatar una cacería de brujas y acciones bélicas de venganza, que llenó de zozobra a muchos pueblos y naciones que perdieron la tranquilidad de su seguridad. Fueron víctimas también de este tipo de atentados terroristas, en contra de la población civil, Madrid en España; Londres, en Inglaterra; Bombay, en la India y Paris en Francia. No ajenos a a las invasiones a Irak, Afganistán, Siria y Palestina, entre los más conocidos.
Todos estos por conflictos entre los regentes del mundo (EE.UU., Inglaterra; Francia, Alemania y España). Con los pueblos que luchan por sus libertades e independencia política o económica. El abuso de los poderosos y la respuesta de los oprimidos seguirán generando conflictos cada vez más violentos y peligrosos, y es posible que alguno de estos nos lleve a un nuevo enfrentamiento mundial, lo que sería catastrófico en estos tiempos, por el grado de poder de destrucción de las armas con que cuenta algunas naciones, que podrían destruir no solo nuestra civilización, sino también nuestro planeta.
Por eso hoy día debemos llamar a la reflexión a estas naciones belicistas, para que depongan su actitud, de omnipotencia y soberbia; y que dejen ya de generar odio y venganza. Que utilicen sus recursos y su poder, para ayudar a otros pueblos menos desarrollados, a superarse y construir un lugar digno para vivir para todos, incluso para ellos mismos. Porque si el desarrollo llega a todos los pueblos y naciones, se evitará la emigración masiva y los conflictos. Porque todos los lugares serán buenos para vivir. Lo mismo que si se distribuye los recursos, creando más puestos de trabajo, repartiendo las horas y renunciando a parte de sus ganancias. Que, en este día, muchos líderes mundiales, comiencen a pensar en los demás. Las naciones poderosas y sus líderes, deben ser, líderes en el ejemplo.
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