Hoy día, y desde hace setenta años se celebra en todo el mundo: “El Día Mundial de los Derechos Humanos” porque un 10 de diciembre del año 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH): que, en su declaración de principios, proclama los derechos inalienables que le corresponden a toda persona como ser humano, independientemente de su raza, color, religión, sexo, idioma, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Los principios de igualdad y de no discriminación son la esencia de los derechos humanos. “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.
Pero desde ese año, de 1948, el mundo ha seguido su curso; y el ser humano cada vez más, ha aumentado su desigualdad entre unos y otros, principalmente en lo que se refiere a la distribución de la riqueza, ya que ella ha ido, concentrándose, cada vez más, en pocas manos. Y esto es importante. porque con ello se ha aumentado más la desigualdad entre los seres humanos, ya que, el que tiene más riqueza, tiene más poder y más beneficios; y también el acceso a los mejores servicios y oportunidades. De tal manera nos afecta hoy día, la concentración de las riquezas, que el mundo en su gran mayoría está en manos de unas pocas familias (10 o 13 en total) y de unos miles de millonarios, que deciden cada día, la suerte y el destino de la humanidad.
Otros puntos de desigualdad, en donde se cometen injusticia, es, en la distribución de la tierra; los recursos y sus beneficios. Si partimos que la tierra es de todos, sus beneficios deberían ser de todos y para todos; pero como lo mismo que las riquezas, las tierras, han quedado en manos de unos pocos; y esos pocos, son los que hoy día, reciben los beneficios que la riqueza que ella nos proporciona. Estos señores, los nuevos dueños de la tierra: que con la venia y complicidad de gobiernos y de los estados nacionales; les han quitado a los verdaderos dueños de ella; que son los que viven en ella, desde tiempos inmemoriales y sus ancestros; y que el colonizador primero y después los arrendatarios; arrebataron a los pueblos indígenas y originarios. Muchas veces otorgándoles pequeñas parcelas, como reconocimiento o compensación y otras exterminándolos totalmente.
Por estos motivos, todos debemos aspirar, a hacer de este mundo, un mundo mejor; para lograr construir una sociedad más justa y más humana, y sobre todo para dejarle a los niños de las nuevas generaciones, un mundo mejor de lo que encontramos: más limpio, más sano y más seguro; sin el fantasma de la contaminación o la guerra; para que las futuras generaciones puedan vivir en paz y armonía. Pero para esto, es necesario hacer un cambio total, de nuestras estructuras políticas, económicas y sociales. Lo cual requiere de un nuevo contrato social, en el cuál, muchos de nosotros debemos renunciar a privilegios, riquezas, intereses y poder, en beneficio de todos. Aquí veremos qué tan cierto o verdadero, es que todos queremos un mundo mejor.
Y todo esto no puede ocurrir sin que algunos sean afectados total o parcialmente, sobre todos los dueños del poder y de las riquezas (los gobiernos de las grandes naciones y las familias ricas y poderosas) la cual está en pocas manos. Porque en una sociedad más justa, se tendrá que establecer nuevas normas de convivencia y poner límites a la posesión de bienes y riquezas, incluidas las tierras; limitando la propiedad privada a las necesidades sociales o del bien común, familiares y personales. Será necesario, que todos los países, gobiernos y personas participen. Se debe acabar con la prepotencia, el egoísmo y el individualismo de las naciones. Todos debemos trabajar para que todos tengan las mismas condiciones sociales, en cualquier lugar del mundo. Que todas las personas, tengan la misma igualdad de oportunidades y derechos, en cualquier ciudad o nación del planeta.
Aunque para esto se debe redistribuir la población, y los medos de producción, buscando el menor daño del medio ambiente. Por ejemplo: ya no será necesario la existencia de grandes ciudades. Se deberá fomentar el asentamiento de población en los lugares, países y naciones menos pobladas. Lo mismo que, de las industrias y los medios de producción: agrícola y ganadera. Las cuales deben estar asentadas en los lugares que menor daño causen al medio ambiente. Recordemos, que hay tanto que se puede hacer, pensando en el bien común, y no en el utilitarismo. Por ejemplo: la explotación de los recursos naturales, que se debe hacer utilizando los medios y las técnicas que produzcan el menor daño posible al suelo y medio ambiente; la producción industrial utilizando los materiales y componentes recuperados; el uso racional del agua, que además de la concientización, debemos comenzar por a hacer dos redes de agua, una tratada o potable para uso higiénico o alimentario, y otra sin tratamiento especial para uso común.
El mundo mejor que todos queremos, debe estar de la mano de los derechos humanos; para que todos tengan la oportunidad de vivir y desarrollarse en paz, y colaborando en la creación de un mundo mejor…
Donde todos tengan iguales derechos y oportunidades de desarrollo y trabajo; el acceso a la vivienda, la educación y salud; el esparcimiento, la seguridad y justicia. Donde la seguridad, te asegure los bienes personales, ante la delincuencia; y la propiedad privada-personal, que sea afectada por desastres naturales, o cualquier imprevisto ocasionado por el sistema-estado. Los “derechos humanos” en esta nueva sociedad mundial, son tan importantes, como lo son la libertad, la igualdad, y la cooperación entre los seres humanos y las naciones, para que todos podamos vivir en paz.
Los derechos humanos, nos dice que todos los seres humanos tenemos derechos inalienables, y que debemos tener acceso a los beneficios de la libertad y el progreso humano. Todos tenemos que tener acceso a una vivienda digna, a una educación igualitaria, a un sistema de salud de primera, a espacios de esparcimiento naturales y públicos, creados para todos; protección, seguridad y justicia. Lo mismo que al trabajo. Nadie debe ser excluidos de este último beneficio, sin causa real, y sin recibir una compensación o atención social. El derecho al trabajo, les asegurará a todos, el medio de subsistencia digna. Para ello, es necesario que el trabajo, lo mismo que las riquezas se distribuyan en forma equitativa y justa. No puede haber gente desocupada, y si lo hay; el trabajo que hay se debe distribuir lo mismo que la riqueza, entre todos. Si es necesario, se harán jornadas de trabajo: de ocho, seis, cuatro o menos horas; según el tipo de trabajo y la necesidad social.
¡BIENVENIDOS, LOS DERECHOS HUMANOS DE LA NUEVA HUMANIDAD!
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