“Un mundo feliz” es una novela de Aldous Huxley (Filósofo y escritor británico), la cual narra la imagen de una sociedad en la que el hombre se encuentra frente a diversos dilemas, probablemente, uno de los más relevantes es: convertirse en un individuo dueño de su mismidad o transformarse en un ser masificado, robotizado, mecanicista y alienado, a través de la homogenización y uniformización.
Dicha obra fue escrita en 1932, no obstante, ella nos presenta una representación, un espejo de nuestra sociedad actual. La novela nos presenta la imagen de un mundo que es y no es, de un mundo en el que los individuos piensan y no piensan, sienten y no sienten, pero en la mayoría de los casos, el hombre parece haber perdido la autoconciencia y probablemente, no es capaz de pensarse así mismo.
En la novela encontramos muchos elementos que nos pueden ayudar a construir teorías, hipótesis, convicciones, pero hay unos que son mucho más visibles que otros: el salvaje, el soma, el pensamiento, el lenguaje, las relaciones interpersonales. Sin embargo, para fines de este artículo, se utilizarán solo algunos de ellos. De aquí que una de las primeras preguntas que aflora es ¿quién sería el “salvaje” en nuestra sociedad actual?
El Salvaje es un individuo humano. Aquél que intenta sentir y convivir con sus sentimientos, incluso los no permitidos por la sociedad. Estos sentimientos, concebidos como sensaciones, le permiten percibir la realidad de una manera particular y subjetiva. Esto le conducirá a ser un individuo capaz de hacerse dueño de sí mismo y de escoger, plasmar, vislumbrar, un posible, horizonte.
El Salvaje, hoy, sería aquél individuo que cuestiona la realidad y que sus convicciones le permiten vislumbrar nuevos horizontes. Estas convicciones e ideas le invitan a “desnudarse” frente al mundo y exponerse incluso al “maltrato”, a vivir en un estado solipsista, solo por el hecho de no alienarse dentro de un mundo que le construye una identidad a partir de las apariencias, de lo mecánico, de lo automatizado.
El Salvaje, hoy, sería el diferente, el que tiene una vida infeliz, y que este camino de búsqueda e infelicidad es entendido como felicidad. Entonces, entenderá que la felicidad no es el pináculo de sus aspiraciones, sino el proceso que se construye para llegar a dicho vértice. El Salvaje, por lo tanto, se convierte en un vigía en busca no de respuestas sino de preguntas que le permitan pensarse a sí mismo y concebir a los otros como diferentes. Este camino de búsqueda es una estrategia que le ayuda a reconocerse y reconocer a los otros como seres intencionales y mentales, es decir, como individuos que organizan sus vidas a partir de posibles metas y objetivos, pero al mismo tiempo que son capaces de concebir creencias y convicciones, a veces, diferentes a los que tienen las masas.
El Salvaje, en nuestra sociedad actual, es el grito de la consciencia o la consciencia de un mundo dormido e hipnotizado. Este grito se presenta como una querella a un mundo uniformizado y homogenizado. Solo así el Salvaje crea su propia historia, su propia verdad narrativa, la cual le permite tener una identidad, una diferenciación, una singularidad que le caracteriza y que le hacer ser éste y no aquél. En otras palabras, el Salvaje es capaz de comunicarse con metáforas, porque sabe que otro es capaz de leer los mensajes implícitos del lenguaje. Pero el Salvaje sabe que el entendimiento perfecto limita sus capacidades de creación, él sabe que el mundo interno es complejo y que debería existir una fusión, una armonía entre su mundo y el mundo. Por eso, él nos dirá que no estamos predeterminados, sino que nos hacemos cada día, a través, de constructos personales, pero también por medio de las relaciones interpersonales e intersubjetivas. El Salvaje es la voz del silencio, el grito de la consciencia, el sonido de una trompeta que se ufana de ser escuchada. El Salvaje es el rostro de lo profano, del infortunio, de la imperfección. El Salvaje es infeliz con la felicidad, pero es dueño de sí mismo.
El Salvaje construye su camino para no solo mirar al mundo, sino también para mirarse, para pensar sobre aquello que piensa. Él sabe que es un camino proceloso, a veces, empinado, rebelde, virulento. Estos devenires y vaivenes, en la novela, son presentados como “El Soma”. Por eso, es necesario preguntarnos ¿cuál o qué es el soma en nuestra sociedad actual? Intentaré responder esta pregunta en el próximo artículo.
Roli Marín Tapia
Redactor Prensmerica Perú
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