Antes de los cincuenta ha decidido dejar de ser viejo. Ya no le es redituable. Nunca lo fue.
Es cosa de brujería de mala paga tener tantas expectativas en un mundo que lo único que hace de manera permanente (desde la percepción humana) es cambiar y descomponer las reglas que hoy sirven y mañana no.
Para todos cuantos tuvo a su alrededor, su pinta ofreció una vejez prematura que él supo cierta desde los quince o dieciséis años cumplidos. La ligereza de sus compañeros de generación siempre le par