Una tristeza me cubre el alma; una rama del gran árbol de la vida se ha desgajado; y aunque nos duele, hay personas que deben continuar su viaje y concluir su ciclo en este espacio vital. El domingo 14, después de una agónica etapa de sufrimiento, don Luis Montoya Correa entregó su último aliento a la vida, y ahora es polvo entre el polvo ya retornado al Seno del Creador; recordando al bardo tepiquense Amado Nervo, digo que: “… y a la fuente de gracia de donde procedía, se volvió, como gota que se vuelve a la mar…”.
A sus 83 años de vida, partió hacia el Etéreo, dejando a su viuda, doña Celia Delgado, rodeada de sus hijos, nietos y bisnietos, tristes, muy tristes, pero orgullosos de haber convivido con un hombre que cumplió como ser humano, como hijo, como padre, como esposo, como amigo, como profesionista y como mexicano; porque fue un mexicano que amó profundamente a Su Patria.
De extracción rural, fue oriundo de Villa García, Zac., y después de concluir sus estudios de Primaria, salió del hogar materno para buscar el sustento, al mismo tiempo que buscar alguna escuela que le permitiera alcanzar la meta de ser profesionista, la que tanto deseaban sus padres. Como conductor de un autobús de pasajeros, tuvo la oportunidad de recorrer los caminos y conocer los lugares más diversos de nuestra bellísima república mexicana, y en Loreto, Zac., concluyó sus estudios de educación secundaria, continuando los estudios necesarios para convertirse en profesor, en el Instituto Nacional de Actualización y Mejoramiento Profesional del Magisterio.
Y fue a donde la Patria lo necesitó, a atender niños de educación primaria, en escuelas rurales de Zacatecas y Aguascalientes y otros estados, llegando a la capital del estado de Aguascalientes ya con merecimientos para ser director de escuela, al mismo tiempo que en los veranos acudía a la Ciudad de México a estudiar en la Escuela Normal Superior, donde obtuvo el título de Maestro de Historia y Civismo, y luego el de Geografía; lo que le permitió convertirse en maestro de estas asignaturas en la 'Escuela Secundaria General Nº1 'Lic. Benito Juárez'.
Pero no dejó nunca de trabajar en primarias, por lo que fue ascendido al cargo de Inspector de Zona, conviviendo entonces con muchos maestros de primaria y de secundaria, a quienes instruyó en sus responsabilidades y con quienes cosechó grandes amistades. Para entonces, ya había contraído nupcias con la señorita Celia Delgado, con quien procreó seis hijos: Lety, Lula, Lupita, Luis Manuel, José Luis, y Celia. De donde han venido: ¡15 nietos y 24 bisnietos!
Como su sed de enseñanza era grande, se convirtió en educador de los soldados que no tenían educación primaria y no sabían leer ni escribir en la XIV Zona Militar, en Aguascalientes, alcanzando el grado militar de Teniente. Inquieto como pocos, participó en varias ocasiones como delegado a los congresos seccionales que el SNTE, Sección 1, convocó llegando al cargo de Secretario de Acción Social del Comité Directivo Estatal, donde puso en funciones el Seguro de Vida magisterial, que aún persiste.
Desde 1972 ingresó a la Masonería, en donde alcanzó el cargo de Muy Respetable Gran Maestro de la Gran Logia del Estado de Aguascalientes Edmundo Gámes Orozco, durante los años 2001, 2002 y 2003; y alcanzó el Grado 33, máximo grado masónico, por lo que fue electo como Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Estado de Aguascalientes, de 2011 a 2014; y llegando a la Presidencia Nacional de la Confederación de Supremos Consejos de México,durante 2015 – 2016, periodo en el que promovió nacional e internacionalmente el Pensamiento Masónico.
Fue recibido con honores en todas las Logias de México (todos los Estados), así como en la Gran Logia de Francia, en la Gran Logia de Inglaterra, en la Gran Logia de Escocia, en la Gran Logia de Nueva York, Belice y en la Gran Logia de Washington, llevando siempre el Mensaje de Paz y Fraternidad. Por eso mismo declaro y sostengo que hombres como él hacen falta para ¡Que viva México!
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