El número principal del grado de compañero, que es el 5, refiere en primera instancia los valores morales que a la par, adquieren su carácter como responsabilidad para ser hombre libre y de buenas costumbres, en el marco del significado de la estrella flamígera: filantropía, prudencia, valor, rectitud e inteligencia. Estas cinco cualidades son puestas en cada punta del pentagrama (figura geométrica similar a dibujar una estrella) donde cada vértice trae contenido un significado filosófico, simbólico y esotérico: inteligencia (color negro, elemento tierra) que simboliza el interior de la tierra, para buscar en su interior el sentido verdadero o la realidad de la vida, y en la masonería es el cuarto de reflexiones; la rectitud (color azul, elemento aire) es la postura inquebrantable para confrontar con firmeza, las experiencias complicadas, denotando el primer viaje; el valor (color blanco, elemento agua) es la enseñanza para dominar las pasiones, tener consciencia de nuestros instintos, y controlarlos, determinando el segundo viaje; prudencia (color rojo, elemento fuego) es la fuerza y la chispa de la vitalidad cuando nuestro cuerpo tiene salud perfecta, y refleja el tercer viaje; filantropía (no hay color, elemento éter) tiene como propósito regirse bajo el principio universal, de donde existen todos los elementos, del éter, es decir lo que contiene todo aquello que no es visible, es unión del humano con la inteligencia espiritual (cuerpo – éter y espíritu).
Por tanto, este número 5 traducido en la geometría, en un pentagrama, es también símbolo del microcosmos, del universo pequeño que somos nosotros como reflejo de algo más grande, con las mismas características materiales e inmateriales (principio hermético de correspondencia). El Tetragramatón, por ejemplo, es un símbolo de poder que expresa la armonía y simetría de los elementos, por tanto, también de las virtudes, y particularmente hablando de dicha figura, Pitágoras (quien estudió en la Heliópolis) hace alusión a que se identifica como el número de oro, o número áureo que conceptualiza a la cifra de proporciones exactas presente en toda la naturaleza, el 1.61803 es la conclusión al dividir un número con el anterior en la secuencia de Fibonacci, y que en todas las ocasiones es el mismo resultado. Por tanto, todo está matemáticamente trazado. Recordemos que de corroborar esta postulación, Leonardo Da Vinci (asociado al Priorato de Sion) dibujó al Hombre del Vitrubio, con las extremidades abiertas, a fin de describir que el ser humano está simétricamente perfecto.
Desde el sentido esotérico y místico, el pentagrama con la punta hacia arriba significa la construcción hacia el sentido más alto, que es alcanzar la divinidad, o un estado de liberación de los vicios, en cambio, si se invierte, de acuerdo a las ciencias sagradas, significa esclavitud, destrucción, y sometimiento en la vida terrenal.
Ahora bien, si el pentagrama es el microcosmos, la estrella flamígera simboliza el macrocosmos, es decir, el reflejo del Universo, y que al centro de la estrella está el Gran Arquitecto de la vida o Creador – Creadora, Dios o Fuerza de lo material e inmaterial, El Supremo Orden, o Inteligencia Padre y Madre, el Yod (la fuerza creadora, referenciando a la tradición hebrea), que es el germen y el principio (principio hermético de generación). Ahora bien, en Egipto, la civilización se guiaba por la estrella Sirio, de cuya medición astronómica fue posible hacer el calendario solar con 36 decanatos, o 36 grupos de 10 estrellas, que multiplicando son 360 días, 5 días más dedicados a los dioses Osiris, Isis, Horus, Seth y Neftis. Es decir, la estrella flamígera, a manera de hipótesis, pudiera relacionarse directamente con Sirio para explicar también el origen de la medición del tiempo.
Desde un foco comparativo, la estrella Sirio nace en el oriente del cielo, por tanto, es en este punto cardinal donde al oriente del templo masónico, se encuentra el trono del Venerable Maestro, y de cuya referencia y alineación nacería la sabiduría, en otras palabras, el eje de alineación hacia la estrella flamígera lo aporta la plomada (instrumento de albañilería para corroborar las proporciones), con relación directa, a entender la dirección del actuar de los masones, y por consecuencia, la aportación que tenemos obligados, a dejar en la sociedad.
La estrella flamígera se vincula con el nombre de estrella de la mañana (lucifer) que significa primera estrella que se ve por la mañana, y desde la etimología, flamígera es la que lleva la llama. El nombre en su conjunto es la estrella que lleva la llama, el astro del conocimiento. Hablando de lo mismo, en Mesopotamia, también a Venus se le conocía como tal, estrella de la mañana, considerándose estar a un lado del Sol (al amanecer) y la Luna (al atardecer), por tanto, equivalía a analizarse dicho cuerpo estelar para aprender de la unión de la polaridad masculina y femenina. Contrario entonces a lo que podría pensarse la estrella flamígera es emblema inequívoco del aspecto masculino, desde la tradición masónica, sin embargo, la búsqueda incesante ante el peculiar significado del simbolismo que refiere al aspecto femenino (Venus), hace notar la exploración de la complementación de los polos opuestos.
En sus vértices también está el significado de Gravitación, Genio, Gnosis, Geometría, Generación, y en el centro la G, del Gran Arquitecto. A forma somera de conclusión, ello significaría que la estrella flamígera es el estudio de la divinidad del ser humano, la complementación de las polaridades, la correspondencia y la generación (reproducción), como microcosmos derivado de un orden universal.
Es cuanto
C.´.M.´. Salvador Alejandro Ochoa López
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