Después de haber recorrido un sendero arbolado, generalmente para dispersarme y entender un tanto más del mundo exterior cual macrocosmos y el microcosmos contenido en la naturaleza, la perspectiva de estas dimensiones (la macro y la micro) cambió un tanto su significado cuando cerré mis ojos. La cámara oscura de mis párpados en medio de la vegetación, despertó de pronto la alerta de mis sentidos: pude por fin, escuchar, tocar, oler, gustar y observar con conciencia plena, la totalidad de lo que soy y el akhet[1] del tiempo (los ciclos naturales) y el espacio (los procesos dinámicos duales donde convivimos).
En palabras llanas, los sentidos fisiológicos que todos conocemos, están sostenidos por una consciencia que une a todas las cosas, funciona como un vínculo entre la materia, y los misterios metafísicos. Lo que los teosóficos llamaron el velo de Isis. Los cinco sentidos, una vez practicándolos conscientes, nos permiten percibir el éter de los elementos.
Sabemos que existe una diversidad de técnicas para entrar en contacto con dicho éter o quintaesencia, o Protogonos (que eran las entidades divinas en el mundo griego que sostuvieron al Universo una vez fue creado) mediante el gusto, la vista, el olfato, el tacto o el oído aplicándolos a través de la respiración y los movimientos focalizados por la atención, el yoga, por ejemplo. Recordemos que el Dr. Serge Raynaud de la Ferriere, describió en sus sostenimientos archivísticos, el control interno del ser humano. Entonces, si queremos entender lo anterior a manera simbólica – pictórica, los cinco sentidos al plasmarlos o dibujarlos en la estrella flamígera, en cada una de sus puntas, la imagen refleja no sólo la ejecución aplicativa del Tetragramatón en los contextos inmediatos como microprosopos, sino, el entendimiento de la conexión para desvelar los misterios de Isis, es decir, los enigmas del mundo intangible de la madre naturaleza.
Cada uno de los sentidos comparte con los cuatro elementos naturales, diversos rasgos combinatorios, por tales hipótesis, es necesario explicar que la vista, el tacto, el olfato, gusto y oído están compuestos de agua, tierra, aire y fuego. Cada órgano representante de estos cinco sentidos, tiene en sus átomos, estos cuatro elementos en proporciones iguales. Comprender esto, alude a tener probabilidades de manifestar la materialización de las acciones como de los procesos intencionales en el marco metafísico de un fenómeno cósmico completamente natural, más allá de ser un proceso físico, químico o biológico; la relación entre los sentidos, los elementos de la materia y el Tetragramatón se encuentra en la alquimia.
El estado alquímico de la correlación de la fisiología de los sentidos y los elementos químicos, permite alcanzar a la quintaescencia buscada, sea por la meditación o la manipulación corpórea, generando la episteme que muchas culturas antiguas en su época, lo abordaron. La cábala, las doctrinas hinduistas, la magia celta de los druidas, el hermetismo, son ejemplos de que todas estas mantienen el sincretismo, en el marco de colocar al ser humano como entidad primaria o “bruta” o de materia prima, capaz de trascender por medio de las prácticas de la consciencia. Los sentidos, entonces, se vuelven accesos que bajo procedimientos correctos, crean una conexión hacia otras dimensiones más altas. Este conocimiento sincrético es la gnosis, adquirido por la vía iniciática.
En la secuencia de fundamentos propuestos en este trazado, es evidente que el Tetragramatón, Estrella flamígera, Pentalfa o Estrella de Sirio, es el símbolo alquímico de la unión de los sentidos, los elementos naturales y las extremidades del cuerpo humano, donde el centro de estas cuatro imágenes es la letra G, la misma que en lenguaje hebrero es la letra Yod. La grafía Yod significa Chispa Divina. Derivando en una nueva hipótesis, la Chispa Divina es la emanación del Gran Arquitecto del Universo en el interior de cada ser vivo, elemento químico y proceso fisiológico. Entre el compás (el espíritu) y la escuadra (la materia) se encuentra la letra G, como principio rector de estas dos polaridades, que rigen el Universo.
El deber del compañero masón como de cualquier ser humano es entonces dialogar con el ser interno (su letra G) usando los cinco sentidos, las cincp extremidades de su cuerpo y los cinco elementos, sabiéndose consciente de que es inseparable su naturaleza como microcosmos con la naturaleza del macrocosmos.
C.´.M.´.
Salvador Alejandro Ochoa López.
[1] Dios de los dos leones, que simboliza el sol que amanece y el sol que atardece, es decir, la transición de la vida y la muerte.
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