Por: Roberto Godínez Soto
Los antiguos definían la Química diciendo que es "un arte que enseña a separar con el fuego las diferentes sustancias que se encuentran en los mixtos o, lo que es lo mismo, en los vegetales, los minerales y los animales, esto es: hacer análisis de los cuerpos naturales, reducirlos a sus primeros principios y descubrir sus virtudes ocultas".
De ahí dedujeron que podía servir a la medicina para encontrar remedios y a la física para el conocimiento de la Naturaleza. No fue muy practicada en los primeros siglos y por esta razón se le ha dado el nombre de ciencia moderna.
La verdadera Química pertenece a nuestros tiempos y hoy la historia se ha encargado de deslindar los campos dando el nombre de alquimistas a los sabios de antaño que, dedicándose a la transmutación quimérica de los metales, en busca de la piedra filosofal, echaron los cimientos de esta ciencia a cuyos progresos debe tantos beneficios la humanidad.
Lo que en tiempos remotos fue un efecto de la simple curiosidad y misterio, ha resultado una necesidad y un estudio útil en el presente siglo.
Debemos convenir, que es mucho más que la piedra filosofal de los alquimistas lo que se ha descubierto en nuestros tiempos, gracias a la Química.
Conclusión: La química es la ciencia de la combinación y del peso de las moléculas bajo la acción de los fluidos; es una astronomía al revés, que busca la insensible gravedad de los cuerpos extraordinariamente pequeños. Pesa los cuerpos en su crisol, como si estuvieran formados de polvos unidos entre sí por un poder invisible: cuenta y clasifica los elementos, estos principios de la materia; examina la naturaleza como una gran máquina de la que saca y marca cada ruido; indica un progreso más sobre la física y penetra en el misterio de la creación.
Lo que es arriba, es abajo.
Lo que es adentro, es afuera.
Es cuanto.
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