Recordando el trazado anterior, el objetivo primordial de los viajes del compañero, es transitar por los 5 senderos, visto a partir de las diferentes perspectivas (simbólica, filosófica y esotérica) en avance de ocupar todas las herramientas en su tránsito por el templo, donde al final queda sin una, llegando a la naturaleza del mismo punto, y en el último vértice, el superior del cuadrangular, la punta de una pirámide o la punta de la estrella de Sirio, expresando con humildad la retrogradación y el sumergimiento de la luz en las tinieblas, su propia oscuridad para avanzar a la iluminación y trascender, tal reconocimiento le lleva a la trascendencia; lo previo conecta bajo diálogo tripartita las nociones básicas del gnosticismo: metafísica, cosmogonía y física. Metafísica significa éter (hechura o la sustancia de lo intangible), componente búdico (el proceso transitorio del éter al alma, lo que llamó Dante Alighieri “el purgatorio”), componente álmico (el alma, lo que Boticelli y Dante llamarían “el cielo”); antes de estos 3 planos gnósticos, cabe señalar que la física es igual a la materia y la concreción tridimensional; Cosmogonía es igual a la síntesis, antítesis y matesis del origen del universo.
Se aglutina la materia, de diluye la antimateria en la materia, y se combina la dilución y la aglutinación (solve e coagula) para realizar matesis, es decir, el resultado es el Universo en su totalidad, combinando las polaridades, reconciliando las dualidades, correspondiendo vibraciones, creando ritmos, mezclando diálogos de causa y efecto, reproduciendo su misma esencia por generación, obedeciendo a una mente superior.
Tenemos como antecedente vital: El Timeo. Un discurso filosófico escrito por Platón, donde aborda el diálogo entre filósofos, Sócrates, Timeo, Critias y Hermócrates, mencionado que ellos estudiaron en las 3 ciudades místicas del Alto y Bajo Egipto: Tebas (dios principal Amon), Menfis (dios principal Ptah) y Heliópolis (dios principal Ra), explicando así en este libro discursivo la necesidad de encontrar el Ser, a través de los actos morales, el descubrimiento propio y su naturaleza mediante la inacabable tarea del autoconstrucción. Esta obra griega expone a sobremanera 3 problemas a tratar:
- Origen del Universo
- Estructura de la materia
- Naturaleza humana
Aquí, es donde se hallase el concepto de demiurgo. Platón explica que el demiurgo es un artesano cósmico creador de toda la materia, la causa y el efecto al mismo tiempo, y el originador de los seres vivos – similar al dios egipcio Jnum. La misión del demiurgo, de acuerdo al autor, está encaminada a que sus “artesanías” o “elaboraciones” tengan un sentido y una acción, o en la practicidad de nuestro vocabulario, tuvieran un propósito. Según Platón, esta entidad, al crear sus obras artesanales no solamente fueron basadas en una hechura material, también tendrían un alma, un cuerpo etéreo y como consecuencia, con inteligencia, emociones y consciencia.
Si Platón y Sócrates, como otros filósofos trajeron de las 3 escuelas místicas de Egipto, las nociones ontológicas, metafísicas, filosóficas y esotéricas y posteriormente decidieron explicarlas en este tipo de creaciones literarias, la conceptualización coincidente y la relación con los elementos del grado, nos lleva a encontrar el nexo que une a la imagen de un hacedor o arquitecto de una realidad material con las emanaciones físicas, metafísicas y cosmogónicas, o físicas, metafísicas.
Se discute entonces que la naturaleza del demiurgo (hacedor físico – metafísico) en ningún momento podría ser la misma que la del Gran Arquitecto del Universo (hacedor cosmogónico), es decir, por las cualidades que le otorga la tradición griega, pese a ser una entidad que crea, moldea, genera o produce, no cobra el sentido de absoluto. Podría ser un artífice cósmico más no el Uno Eterno y Perpetuo. Sucede de forma similar con los demiurgos de las 3 ciudades egipcias, en Heliópolis fue Ra, en Tebas Amón y en Menfis Ptah. Estas 3 entidades poseen las mismas características de artesanos, productores o hacedores, un tanto humanizados por su representación antropomórfica, simbólica, más su simbolismo es signo inequívoco de identidad cultural no totalmente divina. En palabras más sencillas, las civilizaciones antiguas mencionaron con buena probabilidad, que antes de llegar o alcanzar al Creador o Creadora, habría primero que conocer al Demiurgo.
En concordancia con lo mencionado, el argumento platónico hace depender su concepción del demiurgo con el principio de los fractales definiendo que el demiurgo es solamente una manifestación cósmica, obediente de los preceptos universales más altos, y constructor que sigue las instrucciones cosmogónicas de otro creador con mayor jerarquía. Esta cadena de construcciones cósmicas y de constructores llamados logos (nombrados por Serge Raynaud de la Ferriere) daría a repensar al opus magnum como la infinita artesanía de un Gran Arquitecto Total y Eterno, de cuyas derivaciones poderosas, emergen creaciones sucesivas con la capacidad de crear.
Estas derivaciones cósmicas, los demiurgos, replican su dinámica en sus creaciones consecuentes, es decir, los humanos o razas inteligentes de otros universos, y estos tienen la capacidad creadora, al practicar las 7 leyes universales herméticas, que rigen el estado físico y metafísico: los humanos tienen mente, son polares, son vibratorios, correspondientes, duales, son causa y efecto, además de poder reproducirse o generar vidas. Aquí, es donde inicia mi breve afirmación de la relación dialógica que presento, justo porque, desde mi perspectiva, existe un vínculo entre el ara, las emanaciones sefiróticas y el concepto del demiurgo; recordemos, que el ara o altar es donde ponemos nuestras voluntades en favor de amar, conocer y respetar a Dios, a la sociedad y a nosotros mismos, consagrando nuestras acciones hacia el Ser Perpetuo y más Poderoso, concepto que intenta explicar la existencia de un Todopoderoso Creador – Creadora, que está fuera y dentro de todo.
Ara significa piedra de los sacrificios, justo porque allí se ofrenda el esfuerzo que debemos hacer, para cumplir con las directrices divinas, entendiéndose que por divino en el contexto que se maneja en este trazado, mira a la alineación de hacer sagradas las cosas bajo la voluntad de trascender hacia esa esfera más alta. Por tanto, si la intersección al centro de oriente, poniente, mediodía y septentrión, o de Amana, Hur, Eubulus y Cana, Verdad, Libertad, Celo y Prudencia, forma la Cruz Cósmica por el uso de las propiedades materiales y de consciencia dadas por el Demiurgo, todo ello concluye que la relación Ara-Ser Humano, tiene por objetivo realizar tránsitos constantes alrededor de estos 4 puntos para trascender la materia y los elementos.
El templo o la logia, es el reflejo del árbol sefirótico mencionado en la cábala, de pies a cabeza tiene la distribución semejante de puestos o cargos al igual que la funcionalidad de las extremidades, y en el marco explicativo de esta doctrina teosófica, las diez esferas o séfiras, están distribuidas en zonas respectivas a la anatomía del cuerpo humano, por tanto, el ara se colocaría no sólo en el plexo solar, sino en la glándula timo y en el punto sefirótico Daath (conocimiento), donde confluye todo el árbol de la vida, la expresión de la Chispa Divina (la punta superior del pentalfa).
La relación entre Demiurgo y cábala radica en que el hacedor cósmico, se diversificó en la materia mediante emanaciones, cuya finalidad hipotética radicaría en involucrar a sus obras artesanales en la dinámica material (el ciclo de vivir y morir) para impulsar su trascendencia hacia el Creador. Desde la conceptualización como hacedor o artesano, igualmente cobra identidad propia la deidad como responsable de la materialización del pensamiento, la intención y la proyección, esto se sustenta en la tradición egipcia, cuando Ptah “brindó aliento” a sus creaciones.
Tanto la cábala y el ara, expongo por conclusión, que simbolizan desde el estrato esotérico y cosmogónico, una expresión de las emanaciones materiales del Demiurgo y las emanaciones cósmicas y divinas del Creador Absoluto, parten del paradigma ecléctico para representar el Universo en expansión y contracción, donde infinitamente crece a manera de dispersiones ramificadas, aunado a replicarse con características similares a estas entidades divinas. La acción del Demiurgo se compara fielmente con Tubalcaín, de acuerdo a la tradición bíblica, quien personifica a la metalurgia por su habilidad para forjar armas o herramientas.
Ante la enseñanza del aprendiz de masón, que es la duda filosófica, y el aprendizaje en el grado de compañero, el vínculo acompañante que aspira a educar, el masón es un Demiurgo rector de su propio árbol de vida y de sus emanaciones, jurándose a sí, como la sociedad y al Creador, callar, saber, osar y querer.
Es cuanto .´.
C.´.M.´. Salvador Alejandro Ochoa López
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