Martha Lilia Sandoval
San José de Gracia es un Municipio de Aguascalientes que tiene grandes resonancias en mi vida personal. En la escuela primaria Aquiles Serdán trabajé cuatro de mis primeros años como maestra recién egresada de la Normal del Estado. Ahí aprendí algunas estrategias que son necesarias para lograr que un grupo de chiquillos -de entre ocho y diez años- declamen al unísono algunos versos revolucionarios, que también puedan sonar amorosos:
“Lloviznaron canciones/ como maíz desgranado/ la bayoneta /se nos deshizo en lágrimas”. Ahí conocí a quien ha sido mi compañero de vida y de ahí son originarios sus familiares maternos. No es raro que me interese por su historia. En su momento, leí “Bajo las aguas crecen nuestros recuerdos”, de Carolina Castro Padilla. Ahora leo y hago una breve reseña del libro “Del Señor Original al Cristo Roto”, cuyo subtítulo es: “Memorias de los de los protagonistas de un pueblo sepultado por las aguas”, de José Luis Muñoz Coronel. Un libro que desde el título anuncia un enfoque y un itinerario. Un enfoque religioso y el tránsito de una etapa a otra en la vida de un pueblo. ¿Quién es ese Señor Original? Cuenta la leyenda, y la retoma el autor, el encuentro fortuito que tuvieron unos arrieros con una cruz y la figura del crucificado, en el fondo de una caja. Esto motivó la veneración de un pueblo por esa imagen, a la que llamaron “Señor Original”. “Tal vez por la forma tan especial que escogió para arribar a su destino, [esta imagen] se convirtió en el Santo patrono del pueblo viejo de San José de Gracia”. Varios años más tarde, entre 1927 y 1929, se desarrolló el proyecto del Distrito de Riego N°1, con su presa “Plutarco Elías Calles”, y la historia que conocemos del pueblo inundado por las aguas. El narrador entrelaza la historia social, con su historia familiar y personal y nos cuenta que su abuela materna, Rafaela Landín Lara, casada con Antonio Coronel Hernández “vivió los sobresaltos de una población que nunca se convenció del éxodo”. Rescata asimismo, el cronista, el testimonio de su madre, Felipa Coronel Landín: “Era yo muy pequeña, apenas recuerdo que la gente mayor andaba muy inquieta. Por una parte, una revolución que apenas recuerdo a Dios gracias, que según cuentan arrasó con las propiedades de mi tío Canuto Coronel […]”. Cuando las aguas de la presa inundaron el pueblo, Canuto Coronel y su esposa Crescencia Rodríguez “protagonizaron una peregrinación para salvaguardar el Señor Original y lo llevaron al altar del templo de Jesús María”.
Por otro lado, la rama familiar paterna del Mtro. José Luis también tuvo conexión directa con la construcción de la presa Calles, pues los hermanos Muñoz González, oriundos del rancho El Caquixtle, un poblado cercano a Lagos de Moreno, a la muerte de su padre, don Jesús Muñoz, se trasladaron a Pabellón de Arteaga. Al frente venía Luis Muñoz, ingeniero topógrafo, como cabeza de familia. Y aquí entra otra parte de la historia regional la del asentamiento que se llamó primero “Estación Bandera”, porque era un simple conjunto de casas de los ingenieros y trabajadores de la Presa Calles y que terminó convirtiéndose en uno de los Municipios más jóvenes de Aguascalientes. El autor desarrolla la historia familiar desde el encuentro de sus padres: Felipa Coronel Landín, oriunda de San José de Gracia y León Muñoz González, el menor de los hermanos de esta familia que venía de Lagos de Moreno. El cronista reflexiona sobre la necesidad de rescatar las memorias familiares y afirma:
Con el tiempo, las figuras de nuestros padres se van perdiendo, la muerte nos va arrebatando paulatinamente a nuestros seres queridos, después de ese trance lo que nos queda es el recuerdo.[…]. Nuestra memoria se limita, por naturaleza a evocar a nuestros abuelos y convivir con nuestros padres, las generaciones anteriores resultan un enigma que pocos se atreven a descifrar, el famoso árbol genealógico de los hombres parece pertenecer a la corte de los reyes o familias de alcurnia y por pereza o desinterés, nunca nos ponemos a investigar el origen de nuestra familia”. p. 89.
Hay un interés evidente del cronista por motivar la investigación de memorias familiares, por democratizar el concepto de investigación del árbol genealógico de cada quien. Este interés tiene un paralelo con el eje trazado en el título. Así, la crónica que comienza con la historia o leyenda del Señor Original avanza hasta el presente y en el último capítulo el cronista hace referencia al “Cristo Roto”, esa imagen recreada con fines más turísticos que religiosos, pero que apela a la devoción del pueblo. Este tipo de trabajos nos invita a pensar de qué manera los acontecimientos sociales y políticos, si bien nos sobrepasan, éstos se insertan en nuestras historias personales.
Comentarios
He tenido ya la fortuna de contar con un ejemplar de esta obra tan pinturesca que rescata vivencias y nostálgicas situaciones familiares y sociales del poblado que por necesidad quedó anegado, para permitir el progreso de la región, con el aprovechamiento del preciado líquido que bajaba sin control desde el río Blanco; desde los escurrideros de la sierra Fría, y se perdía de laguna manera. Con la construcción de la pres Calles, la región ha prosperado y el Estado así también al unísono.
Ciertamente una obra que aporta al conociemiento interno de una historia vivida por todo el pueblo. Gracias, Evaristo.
Ya estábamos preocupados algunos seguidores de nuestra querida literata y profesora Martha Lilia Sandoval, nos hacían faltas sus letras, para que esas caricias al corazón nos abrigara en este año gris...
El Cristo Roto, hay un poema también, un audiopoema...
Muchas gracias, por su comentario y preocupación, aquí estaremos en este 2021. Saludos cordiales.