Conocí la organización internacional de periodistas, Prensaméricana, en Colima, México, a virtud que acompañé a mis hermanos German Lizárraga Lizárraga, y José Jaime Ayala Ponce, de la Orden Masónica Mexicana, a recibir el Premio Internacional Dr. Zenobio Saldivia.
Tampoco conocía en persona a German Lizárraga, lo había visto en el cine, o en alguna presentación como director de su Banda de Música Sinaloense y desde luego por múltiples referencias de Jaime Ayala Ponce, Coordinador Nacional de Orden Masónica Mexicana, cuyo presidente nacional es el afamado musico oriundo del Recodo, Municipio de Mazatlán Sinaloa.
Viene a colación el tema, porque los homenajeados son personas e instituciones con características sobresalientes de liderazgo y valores éticos en su desempeño; condiciones que pude corroborar en dos días que compartimos el pan y la sal, con la comitiva de Jalisco y Sinaloa quienes acompañamos al recipiendario de tal reconocimiento. La verdad quedé gratamente impresionado del carisma y don de gentes de Don German Lizárraga; divertido, inteligente, sensible, sencillo, y poseedor de un corazón forjado en la lucha por la vida y el anhelo de su sueño, ser buen musico desde su infancia, basta compartir algunos sucesos, mientras convivimos; En la legendaria Comala …” Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Paramo”. Reza la primera línea de la obra maestra de Juan Rulfo. estábamos almorzando, en amena charla donde me narró German Lizárraga, de manera sencilla sus primeros tropiezos en el mundo profesional siendo aun un niño, cuando salió de su natal Recodo, a Mazatlán, después de haber Ganado 10 pesos por tocar por única vez, con un grupo musical que lo invito a trabajar en una boda la canción Ella, de Jose Alfredo Jimenez, y que tenía bien aprendida de su padre, Cruz Lizárraga, pero en un tono musical distinto al que tenían ensayado sus ocasionales compañeros músicos, sufriendo German por la vergüenza que el hecho le suscitó. Sin embargo, le pagaron esos iniciales 10 pesos, y lo primero que hizo fue ir con su padrino propietario de una tiendita, donde les fiaban, a él y su familia, (abandonada por su padre), para abonarle 8 pesos, pagar uno del pasaje a Mazatlán, e iniciar con el peso restante en la bolsa, la aventura que por necesidad y amor a la música lo ha traído hasta la cumbre, como el artista de talla internacional que ahora es.
El punto es el siguiente; acaso no habla de la solvencia moral de German Lizárraga, niñito quien antes de dejar la casa materna, lo que hizo con el primer dinero penosamente ganado, fue cubrir deudas familiares.
Llegó un musico de Comala a cantar en los portales, me llamo la atención el respeto de don German Lizárraga, por el intérprete a quien escuchó gentilmente, luego ocurrió lo que en repetidas ocasiones me toco vivir esos dos días, el trovador callejero, pidió tomarse una fotografía con el famoso artista. Así sucedió siempre. Salían los trabajadores del restaurante del hotel, o donde estuviésemos, también los comensales, o transeúntes, a pedir retratarse con el afamado musico, quien siempre estuvo dispuesto a pagar con prudencia y paciencia el precio de la fama, que a veces consiste en interrumpir la ingesta de los alimentos, para posar sonriente en una foto de su público.
Comentarios
Que interesante conocer el lado humano, de German Lizarraga. Gracias por Compartir, Xavier.