Por: Maria Victoria Maldonado Godínez
Como ya se ha dicho anteriormente, en la Organización de Ciegos Colimenses, el trabajo de nosotros mismos, es lo que la ha mantenido activa y que ha permitido que muchos años de trabajo, frustraciones y de alegrías. Así pues, quienes nos desempeñamos como asesores, tenemos la responsabilidad de que el material esté en buenas condiciones para usarse.
Lo que les voy a relatar ocurrió hace algunos meses. Resulta que desde hace algún tiempo, uno de mis compañeros debía cambiar las maquinarias a ciertos instrumentos, que no diré cuáles eran, para que no sepan de quién se trata, pero como les decía, él debía cambiar dichas estructuras, más el tiempo pasaba y este compañero no realizaba tal encomienda, por lo que una tarde le dije, hay que cambiar las maquinarias, yo te ayudo, trae las cosas.
Él accedió y fue por los instrumentos. Bueno, le dije, sabes que vamos a necesitar desarmador, así que pedimos prestada la caja de herramientas para elegir lo que mejor se ajustara al tamaño de los tornillos que había que quitar. Luego de buscar y rebuscar yo localicé un desarmador que me pareció el apropiado, procediendo a dar inicio a mi labor. Pude quitar el primer y luego el segundo tornillo… pero mi compañero no podía quitar ni uno, es más, ni siquiera lograba mínimamente aflojarlo, así que le dije, ¿Quieres que intercambiemos los desarmadores, para que le avances? Lo que él aceptó de buena manera. Aquí te lo dejo, le dije, al tiempo que dejaba el desarmador sobre el mueble, en el que estábamos trabajando y tomé el que él había dejado, más cuál sería mi sorpresa, pues me di cuenta de que el compañero había confundido un clavo para concreto, con un desarmador, por eso es que no podía quitar ni un solo tornillo.
¡Pero como! ¿Con esto estabas tratando de desarmar? ¡Si esto no es más que un clavo para concreto!
De sobra sería decir que nos reímos hasta más no poder, que él mismo se calificó con palabras que en este relato prefiero omitir, pero que finalmente cumplimos con nuestro objetivo, el de cambiar las maquinarias y que los instrumentos estén en buenas condiciones de ser usados.
Sin embargo, no quiero que este relato quede en lo anecdótico que resulta el hecho de que mi compañero no supiera distinguir entre un desarmador y un clavo. Que parezca como si los ciegos fuéramos incapaces de conocer y poder realizar distintas actividades y manejar herramienta como cualquier otra persona.
Considero que puedo aprovechar el momento para decir algo que en educación Especial resulta muy importante y sobre todo, tratándose de personas con discapacidad visual.
Quienes poseen el sentido de la vista es mediante éste que adquieren el concepto de las cosas, pero cuando somos ciegos o con baja visión, será usando los sentidos restantes como conoceremos nuestro entorno, por lo que quienes nos rodean, deberán apoyarnos a conocer el mundo mostrándonos los objetos y permitiendo que en la medida de nuestras posibilidades y siempre que no resulte peligroso, palpemos y exploremos la mayor cantidad de objetos que existen y saber cuál es su uso y función.
Pues de no ser así, no será posible que adquiéramos los conocimientos necesarios para desarrollar las actividades que nos permitan ser independientes y productivos, como el resto de la gente.
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