"Él habla con la pared”. Esta es una frase que la escuché de parte de una señora que tiene un hijo con trastorno mental crónico, en un grupo de ayuda mutua. Me condujo a la reflexión, esta frase, pero no me gustaría hablar de aquél joven que tiene Esquizofrenia, si no verter algunas líneas efímeras, lisonjeras en cuanto a los demás, acerca de aquellas personas que podrían hacer algo por la salud mental de otras personas.
La sociedad, en la que vivimos, tiene pensamientos, emociones, intenciones, deseos, proyectos, sueños. Tiene todo para ser una sociedad viva y en movimiento, pero por alguna razón, se ha convertido en una sociedad taciturna, indiferente, virulenta, perturbadora, punitiva y sorda. A esta sociedad le importa poco el sufrimiento de las personas, no le interesa los temas trascendentales, le importa lo frívolo, la vanidoso, la aniquilación de algunos para construir la identidad de otros. No le interesa escuchar, comprender a su gente, literalmente, se cubre los oídos. La Biblia dice: tienen ojos y no ven, tienen oídos y no escuchan. Cuando digo sociedad, me refiero a este país llamado Perú, quizá no a todo el país, pero a una gran parte de este.
En una sociedad que tiene todo para procrear, para dar vida, pero no lo hace ¿Cuál sería la diferencia entre hablarle a una pared y hablarle a la sociedad?
En una gran mayoría de casos, a mí también me gustaría hablarle a una pared. Esta no escucha, no habla, no tiene pensamientos, emociones, deseos, pero tampoco hiere, no mata, no deshumaniza, no perturba, no amenaza. También tengo ganas de hablarle a algo inanimado, inerte, en vez de hablare a alguien que me puede escuchar, pero no lo hace, me puede ayudar, pero no quiere, puede mirarme, pero se rehúsa.
Ser consciente y vivir con otros seres conscientes también puede significar sufrimiento.
La pared no tiene pensamientos, no tiene emociones, no tiene intenciones, por eso no hace nada, no perturba, no grita, no hace ruido. La pared solo “escucha” y quizá algunos solo necesitan ser escuchados. Tal vez hablarle a algo inanimado es hablarse a uno mismo o permitir que algo sin vida tenga vida. Puede ser que la pared no haga compañía, pero tampoco tiene intenciones.
La pared es tal vez, la representación de una sociedad que intenta escuchar, pero no entiende, de una sociedad que tiene emociones, pero es muy virulenta. Es una sociedad desatendida. Esta tiene los recursos, pero no quiere invertirlos; cada vez más deja de lado a la persona, a su integridad y es por eso que resulta más “saludable” hablarle a una pared que, a la sociedad, porque al final, el resultado es el mismo: ningunas escuchan.
Aquel joven que le habla a la pared, solo quiere ser escuchado, no quiere respuestas, solo necesita que alguien le preste atención o tal vez sabe que la pared no deshumaniza. Aquel joven sabe que la pared no le va a decir: tú eres enfermo, no puedes recuperarte, no tiene sentido tu vida. Aquel joven sabe que la pared no se burlará de él.
Roli Marín Tapia
Redactor Prensamerica Perú